Dejamos de crecer porque genéticamente estamos programados para ello. Nuestros genes, que vienen de nuestros padres, determinan cómo nos desarrollamos, pero algunos factores del entorno también afectan a la estatura final que tendremos.
Sabemos que el ADN controla el proceso de crecimiento, pero los científicos aún no están seguros de cómo ocurre. Dejamos de crecer a llegar a la edad en la que podemos reproducirnos. En este punto, el propósito del crecimiento está completo y el control genético da la orden de parar.
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